lunes, 16 de noviembre de 2015

GUIÓN TEATRAL

GUIÓN TEATRAL:

“Al Rincón Quita Calzón”

Una mañana encontrándose con que el maestro de latinidad no se había presentado en su aula, y por consiguiente los muchachos, en plena holganza, andaban haciendo de las suyas.
El señor obispo se propuso remediar la falta, reemplazando por ese día al profesor titular.
Los alumnos habían descuidado por completo aprender la lección. Nebrija y el Epítome habían sido olvidados.
Entró al salón y los niños se sentaron rápidamente, aun con risas.
Obispo: ya que su profesor no está aquí, continuaremos con la clase –llamó a uno.
Obispo: qui est magister vester (¿Quién es tu profesor?)
Eyner: hhmm – murmuró algunas palabras sin saber la respuesta , entonces el Señor Chavez dijo
Obispo: Al rincón quita calzón –señalando la esquina del salón ,inmediatamente después señaló a otro niño
Obispo: Quae sunt colores iridis
Fernando: mmh ,no entiendo lo que dijo 
Obispo: Al rincón quita calzón –luego, miró a otro

Obispo: Tu dime quae insunt alphabeti
André: ah ah ah ,se queda callado
Obispo: Está bien el que calla otorga, ven y ahora saldrás a sudar… ¡Al rincón quita calzón!

Ya había una docena arrinconados , cuando llegó el turno el más chiquitito y travieso de la clase
Obispo: ¿Quid est oratio?  -le interrogó el obispo.

Francisco: Mmh –El niño o conato de hombre alzó los ojos al techo (acción que involuntariamente practicamos para recordar algo, como si las vigas del techo fueran un tónico para la memoria) y dejó pasar cinco segundos sin responder. El obispo atribuyó el silencio a ignorancia, y lanzó el inapelable fallo:

Obispo: ¡Al rincón! ¡Quita calzón!
Cuando se dio la vuelta empezó a murmurar, el obispo le oye.
Obispo: Ven acá, chiquillo. Ahora me vas a decir qué es lo que murmuras.

Francisco: Yo, nada, señor... nada 
Obispo: Dímelo ahora- lo jaloneó
Francisco: Lo que decía, es que si usted me permitía hacerle una pregunta
Obispo: aver, pregúntame.
Francisco: quería saber cuántos Dominus vobiscum tiene la misa?- El obispo sin querer miro hacia el techo y después de un largo rato dijo:
Obispo: Nunca me puse a pensar cuantos amen tenía la misa!
-ahhh!
El Señor Chávez, fastidiado , dejo que los alumnos volviesen a sus sitios.


Al día siguiente:
El obispo manda a llamar a Luis, el niño curioso que quería saber cuántos amén hay en la misa para hablar con el
Obispo: Adelante!!! ….. Hijo, quería hablar con usted…. Siéntese
Obispo: Quería decirte que me he encariñado mucho contigo y no sé si te parezca que te pueda adoptar
Francisco: siii!  
Obispo: te alegra la idea?
Francisco: Siii cómo no?- dijo entusiasmado
Obispo: Y aprovechando quería darte una beca para España y vas a viajar conmigo
-wow .eso me gustaría, muchas gracias
Se paran y se despiden con un abrazo.

El obispo Chávez  renunció en 1804 el obispado, llevó entre los familiares que lo acompañaron a España al cleriguito del Dominus vobiscum, como cariñosamente llamaba a su protegido.
Tiempo después:
Lucia: Hay tantos personajes peruanos, como aquel niño fue uno de los prohombres de la independencia, uno de los más prestigiosos oradores en nuestras Asambleas, escritor galano y robusto, habilísimo político y orgullo del clero peruano.

Lissel: ¿Su nombre?
Lucía: ¡Qué! ¿No lo han adivinado ustedes?
En la bóveda de la catedral hay una tumba que guarda los restos del que fue Francisco Javier de Luna-Pizarro, vigésimo arzobispo de Lima, nacido en Arequipa en diciembre de 1780 y muerto el 9 de febrero de 1855

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